Alegre,
fresca, desenfadada, muy veraniega. Así fue la boda de Neus y
Guillaume. Una boda que tuvimos que planificar a más de 4.000 Km de
distancia, porque esta pareja reside al otro lado del Atlántico, en
la preciosa Isla Margarita, en el Caribe.
Casados
ya civilmente en aquel país y padres de un hijo, su ilusión era
poder celebrar su boda junto con su familia y amigos. ¿Y dónde? A
medio camino entre el Caribe y Francia: en Masía Durbá.
Esta
boda se gestó vía internet. Decenas de correos electrónicos y sólo
un par de visitas a la masía para confirmar la boda y el menú.
Neus y Guillaume tenían muy claro el estilo de su boda. Colores
veraniegos y alegres: rosa fucsia, naranja y amarillo. Colores
vibrantes. Nada de colores pastel- nos dijo taxativamente Neus.
Una
boda bohemia, pero con un toque “chic”. Vendrían muchos amigos
de Guillaume desde Francia y la boda iba a ser muy larga, tenían
muchas ganas de verse y de compartir. Un fin de semana largo para
disfrutar en la mejor compañía.
Neus
y Guillaume són una pareja tranquila. A Neus le encanta coser,
diseñar ( el vestido de novia lo diseñó Neus y fue confeccionado por una modista; y el tocado lo hizo ella misma), cocinar y la naturaleza. Guillaume disfruta pescando,
jugando en la playa con su hijo y practicando malabares. No iba a ser
ésta una boda encorsetada.
La
ceremonia iba a ser oficiada por la tía de Neus y un amigo de
Guillaume simultáneamente en valenciano y francés, y así se
redactaron los coloridos programas para que todos los invitados
pudieran seguirla.
Una
boda con sabor internacional, con invitados venidos de muy lejos. Un
altar muy romántico, de película. Unos novios felices al ver
cumplido su sueño: el sueño de una noche de verano.
Emotiva
ceremonia con un cuarteto de cuerda interpretando el tema central de la
película “Amèlie” para que la novia hiciese su entrada del
brazo de su padre. Un momento emocionante.
Y
sorpresa mayúscula tras la ceremonia, cuando todos los invitados se
arrancaron a bailar sobre el césped al son de una canción del grupo
“Queen”. Un flash-mob que dejó sin palabras a los novios!!
Mucha
música también durante el banquete. Invitados que cantaron “a
capella” o acompañados por una guitarra para obsequiar a los
novios.
Y al caer la noche un mar de farolillos de colores
decoraban la masía. Un toque festivo y muy mediterráneo.
Y
para terminar la fiesta hasta el amanecer. Cócteles, malabares,
bromas de los amigos... y un novio que acabó en la piscina -como no
podía ser de otro modo- “cazado” por sus amigos.
Photocall
y mesa dulce en los tonos de la boda. No faltó de nada para una boda
perfecta.
Sólo
puedo decir que disfrutamos mucho con esta boda. Una pareja preciosa,
una familia encantadora y unos invitados entregados a la diversión
que lo dieron todo. Una noche increíble y una boda inolvidable.
Disfrutad de las imágenes.